La capacidad de imaginar es algo que proporciona a la persona humana infinitas posibilidades para crear cosas nuevas, solucionar problemas que parecían no tener solución, superar la adversidad gracias a la posibilidad de imaginarse a uno mismo viviendo cosas que aún no han sucedido, visualizar el éxito y obtener, de esta forma, una gratificación anticipada que nos ayuda a neutralizar pensamientos negativos como el miedo al fracaso.
Además de proporcionarnos nuestra visión subjetiva del lugar hacia el que dirigimos nuestra vida, también nos capacita para crear cualquier tipo de arte, ciencia, ideología y tecnología. Es un poder increible del que surgen, a partes iguales, cosas que mejoran el mundo y cosas que lo empeoran hasta extremos insospechados en ambos casos.
El poder de la imaginación es tal que cuando empieza a crear, la propia creación trasciende a la persona que la creó y, en el extremo negativo, acaban sucediendo cosas para las que necesitamos tener una explicación y buscar algún culpable visible pero en realidad, cabría la posibilidad de que no hubiera ningún culpable o grupo de culpables a quien señalar.
Podría ser responsabilidad de todas las personas hacer un buen uso de cosas que se crearon sin poder vislumbrar las consecuencias que tendrían en la actualidad y aprender a eliminar lo que se creó para dañar al ser humano, como las armas, entre otras cosas.
A cada dosis de imaginación debería corresponderle alguna dosis de reflexión, no solo por parte de la persona que crea o inventa sino sobretodo por parte de todas las personas que utilizan las cosas creadas. Es necesario poner límites y otorgar a cada objeto su justa utilidad.
La nuevas tecnologías, por ejemplo, evolucionan de forma vertiginosa y es muy útil saber como funcionan para poder comunicarse, entretenerse, trabajar, estudiar y agilizar un sinfín de tareas, pero, ¿es bueno ir por la calle mirando un aparato electrónico en lugar de mirar, tocar y sentir la realidad que nos rodea?, ¿sentarse a la mesa y chatear a la vez?...
Quizás, utilizar las cosas de forma equilibrada y seguir disfrutando de otras que pueden parecer pasadas de moda, como leer un buen libro, dar un largo paseo, pasar más tiempo hablando con la familia, los amigos o cualquier vecino con el que nos cruzamos por la calle, sea la clave para avanzar hacia el bienestar.
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