El libro "Nuestra salud innata, Un enfoque budista de la psicología", de Chögyam Trungpa, ofrece una recopilación de conocimientos acerca de la mente y de la vida con recomendaciones prácticas muy útiles para conectarnos con nuestra salud fundamental, la cual siempre está presente sea cual sea la confusión, las dudas y las angustias que sintamos.
La psicología budista se basa en que el ser humano es fundamentalmente bueno, sus cualidades más básicas son positivas, como su apertura, su inteligencia o su afectividad. En cambio, en las tradiciones filosóficas y religiosas de Occidente está muy enraizada la noción del pecado original. Tanto si se cree en la idea del pecado original, o en Dios, parece existir el sentimiento de haber hecho algo mal en el pasado y que ahora se sufre el castigo por ello. Es como si este sentimiento de culpa fundamental se hubiera transmitido de generación en generación e impregnará varios aspectos de la vida en Occidente. El problema es que esto suele actuar como un obstáculo para las personas, es decir, es necesario darse cuenta de los propios defectos, pero si se va demasiado lejos se destruye cualquier cualquier estímulo posible y hasta se puede arruinar la visión que uno tenga de sí mismo.
Según la perspectiva budista, existen problemas, pero éstos no son más que oscurecimientos temporales y superficiales que recubren la propia bondad fundamental. Este punto de vista es positivo y optimista, no se apoya en meros conceptos abstractos, sino que se apoya en la experiencia de la meditación y en la salud que ella fomenta.
El aprendizaje de la meditación consta de tres partes:
1) Shila (la disciplina): Consiste en el proceso de simplificar nuestra vida cotidiana y prescindir de las complicaciones innecesarias. Para desarrollar una auténtica disciplina mental, primero debemos darnos cuenta de cómo nos cargamos con actividades y complicaciones superfluas. Puede significar el cultivo de una actitud de simplicidad en nuestra vida en general.
2) Samadhi (la práctica en sí de la meditación): La meditación es la esencia del aprendizaje experiencial en el budismo. Esta práctica consiste en sentarse y mantener la atención, consciente y levemente, en la respiración. El siguiente paso de esta práctica consiste en darse cuenta del momento en el que la atención se desvía de la respiración y, entonces, llevarla de regreso a la respiración de nuevo como centro de nuestra atención. Asimismo, se adopta una actitud de atención "desnuda" (simple observación sin juicios) hacia los distintos fenómenos que surgen en la mente y en el cuerpo, incluyendo los pensamientos, emociones y sensaciones. Tradicionalmente, se llama a la meditación la práctica de "permanecer en paz" y es un modo de hacerse amigo de uno mismo.
3) Prajña (la comprensión): El prajña es el fruto de la meditación, la comprensión que empieza a desarrollarse gracias a la meditación. En la experiencia de prajña, uno empieza a ver directa y concretamente el funcionamiento real de la mente, su mecánica y sus reflejos, instante por instante. Se conoce como el darse cuenta "discernidor", no en el sentido de establecer diferencias o de formarse prejuicios, sino en el sentido de conocimiento libre de las distorsiones de nuestro mundo y nuestra mente, distingue la confusión y la neurosis.
Las técnicas de meditación no sirven para reducir la actividad de los pensamientos, sino que nos proporcionan la forma de llegar a un entendimiento con todo lo que sucede en nuestro interior. Una vez que aceptamos que todo cuanto sucede en nuestra mente no es ni bueno ni malo, sino solo destellos de pensamientos, entonces llegamos a entendernos. Si aceptamos la actividad de la mente como parte integrante del desarrollo de nuestro ego, de su estructura, y no la juzgamos, ni le ponemos ninguna etiqueta, entonces nos acercamos mucho más a poder ver en nuestro interior.
La siguiente barrera hacia la comprensión la constituye la pauta de los conceptos. No debemos intentar apartar los conceptos, sino que debemos intentar verlos de un modo realista. Los conceptos se fundamentan en juicios irrelevantes, no hay nada que sea absolutamente bueno o malo. Una vez dejamos de plantar la semilla del juicio, los procesos conceptuales se convierten en un espacio neutral y abierto.
El siguiente proceso es el de las emociones: el amor, el odio, etc. La concepción convencional de la espiritualidad nos dice que debemos ser buenos, amables y gentiles, así, cuando empezamos a descubrir nuestro lado más corrosivo, tendemos a considerarlo como antiespiritual e intentamos apartarlo, pero esto un grave error ya que nos impide ponernos en contacto con nuestras pautas psicológicas más básicas. Al apartar los problemas a la espera de obtener una solución drástica, terminamos retrocediendo y somos derrotados. Podemos empezar trabajando con las pequeñas irritaciones del día a día, en lugar de intentar eliminarlas, nos ponemos en contacto con ellas y sentimos su carácter abstracto, esto hará que se desvanezcan o se conviertan en energía creativa. Ladrillo a ladrillo podremos derribar el muro entero.
No debemos involucrarnos en la práctica de la meditación con ambición ya que ésta nos induce a pensar en algo que queremos conseguir en el futuro y, de esta forma, nos perdemos la situación actual. Nuestra mayor oportunidad se halla en el presente, si nos centramos en él podremos sentir el futuro como una situación abierta.
La meditación es una experiencia personal y real en la que el hecho de sentirse solo deja de ser el problema de necesitar el apoyo de los demás para convertirse en un "puedo conseguirlo por mi mismo". Empiezas a sentirte a gusto estando solo, solo necesitas tu vida.Esto supone un estado de apertura, un estado que no necesita de ningún apoyo, ya que trabajas contigo mismo de un modo básico y fundamental. Cuando empezamos a relacionarnos con este principio de soledad, la idea de independencia, de libertad, se convierte en algo enormemente poderoso e interesante, en algo muy creativo. Debido al hecho de estar solo empiezas a ser capaz de ayudar a otras personas.
Os dejo un vídeo interesante acerca de las aportaciones del budismo a la sociedad occidental:
Redes TV-La ciencia de la Compasión (Matthiew Richard, monje budista)
Bibliografía:
Trungpa, Chögyam.: Nuestra salud innata. Un enfoque budista de la psicología. Ed. Kairós, 2007
La psicología budista se basa en que el ser humano es fundamentalmente bueno, sus cualidades más básicas son positivas, como su apertura, su inteligencia o su afectividad. En cambio, en las tradiciones filosóficas y religiosas de Occidente está muy enraizada la noción del pecado original. Tanto si se cree en la idea del pecado original, o en Dios, parece existir el sentimiento de haber hecho algo mal en el pasado y que ahora se sufre el castigo por ello. Es como si este sentimiento de culpa fundamental se hubiera transmitido de generación en generación e impregnará varios aspectos de la vida en Occidente. El problema es que esto suele actuar como un obstáculo para las personas, es decir, es necesario darse cuenta de los propios defectos, pero si se va demasiado lejos se destruye cualquier cualquier estímulo posible y hasta se puede arruinar la visión que uno tenga de sí mismo.
Según la perspectiva budista, existen problemas, pero éstos no son más que oscurecimientos temporales y superficiales que recubren la propia bondad fundamental. Este punto de vista es positivo y optimista, no se apoya en meros conceptos abstractos, sino que se apoya en la experiencia de la meditación y en la salud que ella fomenta.
El aprendizaje de la meditación consta de tres partes:
1) Shila (la disciplina): Consiste en el proceso de simplificar nuestra vida cotidiana y prescindir de las complicaciones innecesarias. Para desarrollar una auténtica disciplina mental, primero debemos darnos cuenta de cómo nos cargamos con actividades y complicaciones superfluas. Puede significar el cultivo de una actitud de simplicidad en nuestra vida en general.
2) Samadhi (la práctica en sí de la meditación): La meditación es la esencia del aprendizaje experiencial en el budismo. Esta práctica consiste en sentarse y mantener la atención, consciente y levemente, en la respiración. El siguiente paso de esta práctica consiste en darse cuenta del momento en el que la atención se desvía de la respiración y, entonces, llevarla de regreso a la respiración de nuevo como centro de nuestra atención. Asimismo, se adopta una actitud de atención "desnuda" (simple observación sin juicios) hacia los distintos fenómenos que surgen en la mente y en el cuerpo, incluyendo los pensamientos, emociones y sensaciones. Tradicionalmente, se llama a la meditación la práctica de "permanecer en paz" y es un modo de hacerse amigo de uno mismo.
3) Prajña (la comprensión): El prajña es el fruto de la meditación, la comprensión que empieza a desarrollarse gracias a la meditación. En la experiencia de prajña, uno empieza a ver directa y concretamente el funcionamiento real de la mente, su mecánica y sus reflejos, instante por instante. Se conoce como el darse cuenta "discernidor", no en el sentido de establecer diferencias o de formarse prejuicios, sino en el sentido de conocimiento libre de las distorsiones de nuestro mundo y nuestra mente, distingue la confusión y la neurosis.
Las técnicas de meditación no sirven para reducir la actividad de los pensamientos, sino que nos proporcionan la forma de llegar a un entendimiento con todo lo que sucede en nuestro interior. Una vez que aceptamos que todo cuanto sucede en nuestra mente no es ni bueno ni malo, sino solo destellos de pensamientos, entonces llegamos a entendernos. Si aceptamos la actividad de la mente como parte integrante del desarrollo de nuestro ego, de su estructura, y no la juzgamos, ni le ponemos ninguna etiqueta, entonces nos acercamos mucho más a poder ver en nuestro interior.
La siguiente barrera hacia la comprensión la constituye la pauta de los conceptos. No debemos intentar apartar los conceptos, sino que debemos intentar verlos de un modo realista. Los conceptos se fundamentan en juicios irrelevantes, no hay nada que sea absolutamente bueno o malo. Una vez dejamos de plantar la semilla del juicio, los procesos conceptuales se convierten en un espacio neutral y abierto.
El siguiente proceso es el de las emociones: el amor, el odio, etc. La concepción convencional de la espiritualidad nos dice que debemos ser buenos, amables y gentiles, así, cuando empezamos a descubrir nuestro lado más corrosivo, tendemos a considerarlo como antiespiritual e intentamos apartarlo, pero esto un grave error ya que nos impide ponernos en contacto con nuestras pautas psicológicas más básicas. Al apartar los problemas a la espera de obtener una solución drástica, terminamos retrocediendo y somos derrotados. Podemos empezar trabajando con las pequeñas irritaciones del día a día, en lugar de intentar eliminarlas, nos ponemos en contacto con ellas y sentimos su carácter abstracto, esto hará que se desvanezcan o se conviertan en energía creativa. Ladrillo a ladrillo podremos derribar el muro entero.
No debemos involucrarnos en la práctica de la meditación con ambición ya que ésta nos induce a pensar en algo que queremos conseguir en el futuro y, de esta forma, nos perdemos la situación actual. Nuestra mayor oportunidad se halla en el presente, si nos centramos en él podremos sentir el futuro como una situación abierta.
La meditación es una experiencia personal y real en la que el hecho de sentirse solo deja de ser el problema de necesitar el apoyo de los demás para convertirse en un "puedo conseguirlo por mi mismo". Empiezas a sentirte a gusto estando solo, solo necesitas tu vida.Esto supone un estado de apertura, un estado que no necesita de ningún apoyo, ya que trabajas contigo mismo de un modo básico y fundamental. Cuando empezamos a relacionarnos con este principio de soledad, la idea de independencia, de libertad, se convierte en algo enormemente poderoso e interesante, en algo muy creativo. Debido al hecho de estar solo empiezas a ser capaz de ayudar a otras personas.
Os dejo un vídeo interesante acerca de las aportaciones del budismo a la sociedad occidental:
Redes TV-La ciencia de la Compasión (Matthiew Richard, monje budista)
Bibliografía:
Trungpa, Chögyam.: Nuestra salud innata. Un enfoque budista de la psicología. Ed. Kairós, 2007
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