Todas las personas, en mayor o menor medida, podemos vernos afectadas por el cambio de estación, aunque hay trastornos afectivos con más predisposición a empeorar en primavera, por regla general, el cambio al otoño y al invierno suelen acentuar los pensamientos melancólicos, la falta de motivación y una visión más negativa de las cosas. Tenemos que enfrentarnos a grandes cambios en nuestra forma de vida ya que disminuyen las horas de luz, sobretodo a partir del cambio horario invernal; disminuye la temperatura; el paisaje es menos luminoso y colorido; algunas actividades al aire libre ya no pueden realizarse. Todo ello comporta un cambio notable de nuestros hábitos estivales, y estamos hablando sólo de climatología.
Con la llegada del otoño, también hay un cambio de rutinas que puede ser debido a inicio del curso escolar, finalización de vacaciones o trabajos de temporada, horarios más estrictos, menos tiempo para dedicarnos a nosotros mismos, o por el contrario, un exceso de tiempo con el que no sabemos qué hacer.
En definitiva, todos estos cambios que se producen de forma cíclica, requieren de un período de adaptación, que será más fácil o más difícil dependiendo de nuestras circunstancias actuales y de nuestra experiencia en el pasado.
En este período de adaptación, podemos llevar a cabo actividades que nos predispongan a sobrellevar positivamente este cambio de estación. Si tenemos algún problema de salud tanto físico como psicológico, vamos a aprovechar para pedir cita con los profesionales sanitarios que necesitemos; implementemos los suplementos alimenticios, vitamínicos o cualquier otra prescripción médica o psicológica; también deberemos ir adaptando nuestros hábitos, siempre que podamos, salir al aire libre en las horas de sol y, en cambio, realizar actividades de interior (lectura, cursos, gimnasio, actividades en familia o con amistades...) en esas horas en las que nos suele invadir la melancolía. Organizar nuestra agenda y nuestro entorno, de forma que las horas más complicadas del día se transformen en un espacio personal agradable, interesante y motivador.
Reflexiona sobre cuál es el momento del día en el que te invade la melancolía, analiza el tiempo que empleas en este tipo de pensamientos y qué haces mientras tienes este estado de ánimo. Cuando tengas la respuesta, anota cosas alternativas que podrías hacer y que resulten atractivas y estimulantes, y prioriza las actividades en grupo ya que pueden ser mucho más enriquecedoras.
Igual que hacemos de forma relativamente fácil y con optimismo el cambio de vestuario de una estación a otra, también debemos realizar un cambio de actividades con el que nos sintamos más estimulados y confortables, aunque comporten un cambio sustancial en nuestras rutinas. Nuestro cuerpo y nuestro cerebro nos lo agradecerán!
Con la llegada del otoño, también hay un cambio de rutinas que puede ser debido a inicio del curso escolar, finalización de vacaciones o trabajos de temporada, horarios más estrictos, menos tiempo para dedicarnos a nosotros mismos, o por el contrario, un exceso de tiempo con el que no sabemos qué hacer.
En definitiva, todos estos cambios que se producen de forma cíclica, requieren de un período de adaptación, que será más fácil o más difícil dependiendo de nuestras circunstancias actuales y de nuestra experiencia en el pasado.
En este período de adaptación, podemos llevar a cabo actividades que nos predispongan a sobrellevar positivamente este cambio de estación. Si tenemos algún problema de salud tanto físico como psicológico, vamos a aprovechar para pedir cita con los profesionales sanitarios que necesitemos; implementemos los suplementos alimenticios, vitamínicos o cualquier otra prescripción médica o psicológica; también deberemos ir adaptando nuestros hábitos, siempre que podamos, salir al aire libre en las horas de sol y, en cambio, realizar actividades de interior (lectura, cursos, gimnasio, actividades en familia o con amistades...) en esas horas en las que nos suele invadir la melancolía. Organizar nuestra agenda y nuestro entorno, de forma que las horas más complicadas del día se transformen en un espacio personal agradable, interesante y motivador.
Reflexiona sobre cuál es el momento del día en el que te invade la melancolía, analiza el tiempo que empleas en este tipo de pensamientos y qué haces mientras tienes este estado de ánimo. Cuando tengas la respuesta, anota cosas alternativas que podrías hacer y que resulten atractivas y estimulantes, y prioriza las actividades en grupo ya que pueden ser mucho más enriquecedoras.
Igual que hacemos de forma relativamente fácil y con optimismo el cambio de vestuario de una estación a otra, también debemos realizar un cambio de actividades con el que nos sintamos más estimulados y confortables, aunque comporten un cambio sustancial en nuestras rutinas. Nuestro cuerpo y nuestro cerebro nos lo agradecerán!
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